Te contamos el porqué la relación entre el COVID-19 y la Obesidad es un factor de riesgo muy elevado desde un punto de vista médico.
Índice
¿Por qué hay tanta disparidad en mortalidad en diferentes países?
Últimamente los medios se esfuerzan desesperadamente por encontrar respuestas entre una maraña de datos difíciles de interpretar.
Preguntas que todos nos hacemos son:
- ¿Por qué Alemania tiene mucha menos mortalidad que España?
- ¿Por qué Italia tiene una mortalidad parecida a Nueva York, pero mucho más elevada que China?
Para dar respuestas, todos apuntan a factores socioeconómicos: diferencias culturales, mejor o peor gestión política de la crisis, fortaleza previa de los sistemas sanitarios o solidez tomando medidas preventivas.
Todos son elementos cruciales y que hay que desmenuzar concienzudamente.
Pero no nos olvidemos de algo tremendamente importante: la fisiopatología.
Últimamente todos apuntan al agente que infecta, pero muy pocos hablan del sujeto infectado, de las diferentes susceptibilidades y de cómo dos seres humanos pueden hacer frente al virus de formas muy distintas.
La cultura no lo explica todo. La gestión no lo explica todo.
¿Qué nos diferencia de los países orientales?
Nuestro índice de masa corporal. Sí, somos más obesos.
No es nada nuevo, tenemos mucha experiencia previa con otras infecciones virales previas como el H1N1.
Es una diferencia clave de la que poco se está hablando y que condicionará una (mucha) mayor mortalidad en países como España, Italia, Francia y (ojo) Estados Unidos, respecto a otros como Korea del Sur, Japón o China.
Por dar alguna estadística, en Nuevo México, de todos los pacientes hospitalizados por gripe en 2009, el 46% eran obesos y el 56% de aquellos que requirieron ventilación mecánica tenían obesidad grado II o mayor (Thompson et al., 2011).
¿Por qué? Son los más obesos.
¿Por qué la Obesidad es un Factor de Riesgo de Primer Orden?
Las personas con Obesidad no sólo suelen tener Obesidad
Enfermedades pulmonares como EPOC o asma, o problemas cardiovasculares (HTA) y metabólicos (como la diabetes tipo 2) tienen una prevalencia muchísimo más elevada en pacientes obesos.
Las comorbilidades se suman. Los riesgos se multiplican.
Peor mecánica ventilatoria
La obesidad se relaciona con:
- Un menor volumen de reserva espiratoria.
- Capacidad funcional pulmonar y complianza del sistema respiratorio.
Además, el llamado patrón restrictivo que tienen estos pacientes dificulta aún más la ventilación.
Mayor cantidad de citoquinas proinflamatorias
Cuando el virus se une al Toll Like Receptor produce la activación del inflamasoma y la producción de IL-1beta que genera en el pulmón más inflamación y fibrosis, características encontradas en el síndrome de distrés respiratorio del adulto que está matando a los pacientes (Conti et al., 2020).
COVID-19 y obesidad.
Menor calidad muscular
En contraposición al aumento de adipokinas proinflamatorias, el músculo se establece como aliado secretando miokinas antiinflamatorias.
Además, recordemos que la mecánica ventilatoria se produce gracias a músculos, y que la calidad muscular de un individuo va a determinar en gran medida la calidad de su mecánica ventilatoria.
Lipotoxicidad visceral
Dentro de las alteraciones metabólicas que se producen en sujetos con obesidad se encuentra la lipotoxicidad.
Cuando no podemos acumular más grasa en el tejido subcutáneo seguimos acumulándola en vísceras internas como corazón, riñones, páncreas o hígado.
Pero claro, los órganos internos no están preparados ni diseñados para ser un almacén metabólico de energía (como sí lo está el tejido adiposo subcutáneo).
De hecho, la esteatohepatitis no alcohólica está a punto de convertirse en la primera causa de trasplante hepático en el mundo.
Peor perfusión tisular periférica
Imaginad que en una guerra, las flotas, aviones y vehículos terrestres no tienen como llegar al punto caliente de la batalla.
Es otra de los motivos por los que el ejercicio parece que potencia la respuesta inmune: mejora la perfusión tisular.
Los soldados lo tienen más sencillo para llegar a la batalla y hacer lo que saben hacer: su trabajo.
Respuesta inmune empobrecida
Los pacientes diabéticos tienen cierto grado de inmunosupresión que es directamente proporcional al grado de “mal control” de la diabetes.
Un paciente con una hemoglobina glicosilada en 10% debe ser considerado como un paciente inmunodeprimido.
A efectos de las infecciones virales o medidas preventivas no debe ser tratado de forma muy diferente a cómo trataríamos a un trasplantado en tratamiento con inmunosupresores o un paciente oncológico.
Conclusiones
Podemos concluir que la relación entre el COVID-19 y obesidad es perjudicial…
Si sumamos la prevalencia de sobrepeso y obesidad, muchos países estamos cumpliendo con un hecho espeluznante: más de dos tercios de la población cumple con una u otra condición.
La Obesidad no se lleva bien con el COVID-19
La obesidad (al igual que ser varón) es un factor de riesgo de primer orden para la infección por SARS-CoV-2.
Diferencias en mortalidad en diferentes países.
Existen varios elementos fisiopatológicos en el paciente obeso que explica la mayor vulnerabilidad de este grupo de población.
Reducir la Enfermedad Metabólica
De cara al futuro, si queremos convertirnos en una sociedad más resiliente a esta y próximas pandemias, tenemos que desarrollar programas útiles, prácticos e incisivos para disminuir al máximo la carga de enfermedad metabólica.
Ojalá cuando todo esto pase no sólo apuntemos a las mascarillas, vacunas y ventiladores mecánicos. Eso es extremadamente necesario pero entra en el terreno del corto plazo.
¡Un fuerte abrazo. Nos vemos en el próximo post y a seguir empoderando!
Fuentes Bibliográficas
- Conti, P., Ronconi, G., Caraffa, A., Gallenga, C. E., Ross, R., Frydas, I., & Kritas, S. K. (2020). Induction of pro-inflammatory cytokines (IL-1 and IL-6) and lung inflammation by Coronavirus-19 (COVI-19 or SARS-CoV-2): anti-inflammatory strategies. J Biol Regul Homeost Agents, 34(2).
- Thompson, D. L., Jungk, J., Hancock, E., Smelser, C., Landen, M., Nichols, M., Selvage, D., Baumbach, J., & Sewell, M. (2011). Risk factors for 2009 pandemic influenza A (H1N1)-related hospitalization and death among racial/ethnic groups in New Mexico. American Journal of Public Health, 101(9), 1776–1784.
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