Hoy hablaremos de por qué es vital que nos mantengamos en contacto con la incomodidad voluntaria para desarrollarnos mental y físicamente
Marco Aurelio, Epicteto y Séneca lo sabían. En la vida hay altos y bajos. Dolor y placer. Felicidad e insatisfacción. Picos y valles.
Nosotros parecemos haberlo olvidado, y estamos empezando a recoger los frutos de tan mortal olvido. Mientras las cabezas se vacían de filosofía, los cajones se llenan de ansiolíticos y sedantes de todo tipo.
Hemos olvidado a manejar el dolor, la rabia o la frustración. O peor aún: nos creemos que son enfermedades.
Índice
La sociedad de la inmediatez
La gran mayoría de individuos viven en un estado de sumisión inconsciente, guiados por dos principios fundamentales:
- Evitar el dolor
- Buscar el placer inmediato
Esto ya viene por defecto.
Es decir, no tienes que hacer nada para cumplir a la perfección estos dos preceptos: tu naturaleza ya lo hará por ti.
Pero estamos tomando una dirección peligrosa: evitar la incomodidad a toda costa está gestando problemas:
- A nivel físico, enfermedades crónicas no transmisibles que podían perfectamente ser evitadas.
- A nivel psicológico, personas incapaces de hacer frente a los desafíos más cotidianos, un incremento brutal de los trastornos por ansiedad, de la impulsividad desmedida, de las malas decisiones, del insomnio y la rumiación constante.
En una palabra: locura
No me malinterpretéis, no hablo aquí de levantarnos de la cama y flagelarnos 10 veces antes de ir a trabajar, o de ir descalzo por la calle o de no comer, o de cualquier forma de maltrato autoimpuesto que no generaría ningún beneficio.
No, hablo de restaurar el equilibrio
El ser humano es increíble. Somos máquinas de la adaptación. Somos, casi literalmente, inmortales como especies. Hemos sobrevivido a nuestros cientos de miles de errores, algunos casi irrevocables. Hemos estado expuestos al frío, al hambre, a la guerra.
Y aquí estamos
¿Qué ocurre si de un plumazo hacemos desaparecer todas las “dificultades vitales” a las que siempre, en mayor o menor medida, hemos estado expuestos?
- Que aparece la locura.
- La falta de dirección.
- La angustia existencial.
¿Cómo desarrollar la Incomodidad Voluntaria?
La incomodidad involuntaria sólo es una forma de mejorar tu salud física y psíquica equilibrando esa balanza perdida.
- De hacerte más fuerte, nás resiliente.
- De entrenar músculos que no tocarías en cualquier otra rutina.
- De hacerte mejor ser humano.
- De exponerse a la incomodidad.
Si creen que estás loco o no quieres compartirlo, no se lo digas a nadie.
Ahí van cinco formas de incrementar tus niveles de incomodidad:
1. Duchas de agua fría
¿Conoces a Wim Hof?.
Más allá de la validez científica de sus argumentos, la historia de Wim Hof puede ayudarte mucho. Wim es el ejemplo viviente de incomodidad autoimpuesta.
Tras el suicidio de su mujer decidió tomar el control de su vida mediante un catalizador cuanto menos original: la exposición al frío. La exposición al frío genera una respuesta neuroendocrina particular que podemos debatir en otro post.
2. Llega cada vez más lejos en tu entrenamiento físico
Entrena con el propósito de ir más allá.
- Si eres haltera, más kilos (con buena técnica).
- Si eres runner, más rápido o más lejos.
- Si eres Crossfitter, mejores tiempos en los WODs.
Esto sólo significa una cosa, tendrás que pasar por dolor e incomodidad de manera obligatoria si quieres mejorar. Tómatelo como tu dosis diaria de incomodidad autoimpuesta.
3. El ayuno intermitente también ayudará a tu cabeza
El ayuno intermitente está de moda, pero nadie habla nunca de los beneficios psicológicos.
El tener comida a tu disposición y evitar probarla es un acto de voluntad muy poderoso. Y la voluntad es un músculo, como el dorsal ancho. Se entrena. Y pocos la entrenan.
4. Ayuno intermitente tecnológico
La cultura de la inmediatez está basada en la tecnología y la adicción que esta general.
Tus scroll en el feed de Instagram es una droga a la que te expones constantemente.
5. Exposición a lo que más miedo te dé
Imagina que tienes pánico a hablar en público.
Bien, busca un grupo de 5 o 10 personas y diles algo en público. Lo que sea. Puedes hacerlo en la próxima reunión familiar o en la reunión de vecinos de la comunidad. No me importa. El objetivo es tu dosis de exposición temporal a la incomodidad. Aquí no me importa si eres buen comunicador o si tu mensaje tiene sentido.
Conclusiones
Mediante estas formas de incomodidad voluntaria, y muchas otras que se te ocurrirán, equilibrarás la balanza.
Quizás no te des cuenta, pero algo en tu cabeza hará click y todo cobrará más sentido.
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