La sucralosa es un edulcorante que ha estado en boca de todo el mundo los últimos años.
Esto no es un misterio. Detrás del misticismo que rodea a los edulcorantes ha aparecido un “edulcorante sintético” que procede del azúcar, pero sin calorías, que ha pasado la fase 3 de ensayos clínicos, ha sido comercializada, y sigue pasando con nota los ensayos clínicos de fase 4… ¿O no?
Índice
¿Qué es la Sucralosa?
La sucralosa es un edulcorante intenso, acalórico y sintético.
Posee un poder edulcorante ~563 veces más intenso que el azúcar de mesa (que es la referencia cuando medimos el dulzor de algo).
¿Por qué es interesante la sucralosa?
Porque viene del azúcar, que ha sido ligeramente modificada para perder su potencial calórico.
Figura I. Perfil tiempo/intensidad de las muestras de edulcorantes (Rodrigues et al., 2015).
Como procede del azúcar, la sucralosa describe una curva de “dulzor” más parecida a ésta, que otros edulcorantes: sabe parecido y dura un tiempo parecido en la boca.
A nuestro paladar “le gusta” la sucralosa, porque la asemeja al azúcar que ya está acostumbrado, por educación social, y porque ocurre naturalmente en todo tipo de alimentos.
¿Es mala?
La sucralosa (al igual que todos los edulcorantes) ha sido envuelta en un aire de misticismo terrible.
Puedes leer por todos sitios que la sucralosa se asocia a mutaciones del ADN, desarrollo de cáncer, alteraciones en la producción de hormonas que regulan el hambre y la saciedad; alteraciones a nivel gastrointestinal, en el metabolismo de la glucosa…
Puedes encontrarte incluso paginas web de consultoría técnica de buena calidad que te ponen:
Figura II. Nivel de toxicidad reportado hacia la sucralosa por una página sin validez legal.
Figura III. Declaración sobre los aditivos alimentarios reportada por la página anterior.
¿Qué sorpresa, verdad?
¿Absorbemos la sucralosa?
La sucralosa es muy muy poco biodisponible, se estima que absorbemos en torno a un 9-22% de la sucralosa consumida. Pero son datos calculados en base a trazadores radioactivos que marcan la retención y la expulsión de la sustancia.
Sabemos que eliminamos su mayoría (en torno a un 80%) a través de las heces, y el resto a través de la orina.
Figura IV. Radiocromatografía de un extracto fecal metanólico de rata tras la administración de un isótopo radioactivo 14C-sucralosa a dosis de 100 mg/kg. (Schiffman et al., 2012).
Interpretar los datos así en frío es duro… Porque realmente no tenemos ni idea… Hasta hace unos años se hablaba de que la sucralosa se expulsaba completamente, de forma íntegra, sin absorción.
Cuando se hace un perfil radiocromatográfico de un extracto fecal metanólico podemos ver que el factor de retardo muestra en su base la detección de un elemento (la sucralosa), pero en su punto más alto “dos picos”, ¿qué significa?
Pues… O bien una ligera disminución de la onda de una única sustancia (vamos, nada); o, como dicen los autores del estudio, “dos químicos radioactivos diferentes”. Sea como sea, esa interpretación es muy justita…
Por lo que la sucralosa es como una “fibra insoluble”, no se absorbe como tal, y lo poco que se absorbe no es metabolizable; y si sí lo fuera, no parece tener significación clínica de ningún tipo.
Sucralosa y cáncer
La sucralosa se ha propuesto como una sustancia carcinógena.
Sin embargo, para que un elemento sea carcinógeno, una de sus características prioritarias es que sea altamente electrofílico, es decir, muy reactivo; sin embargo… La sucralosa no es electrofílica, tampoco contiene señales estructurales que nos alerten de una posible actividad genotóxica o carcinógena (Berry et al., 2016).
¿Hay estudios que muestren potencial carcinógeno de la sucralosa? Sí, alguno.
Entre ellos, uno de los más nombrados fue el de Van Eyk (2015), que mostró efectos anormales y letales en dos cultivos celulares (de células de colon y riñón).
- El estudio no usó buenas prácticas de laboratorio que aseguren el procedimiento.
- Usó un ensayo químico no validado que puede resultar en falsos positivos.
Un falso positivo es sencillo de observar en un modelo in vitro: cuando la célula muere, el ADN se degrada y migra; no tiene por qué ser relevante en un modelo in vivo. Se considera un “positivo no replicable”:
Figura V. Análisis del ensayo de Van Eyk (2015) donde se analizan las limitaciones del procedimiento. (Magnuson et al., 2017).
¿Entonces no es cancerígeno?… ¿Y si te dijera que es anticancerígeno?
El ensayo anterior utilizó un protocolo que se aplica para detectar propiedades preventivas del cáncer, y sus resultados no se interpretarían normalmente como un “daño al ADN”, si no como una “protección al ADN”.
¿Sabéis la conclusión? La dice el propio Van Eyk (2016)
“Estos resultados no pueden ser extrapolados directamente a una situación in vivo ya que el daño en el ADN solamente se pudo observar a concentraciones superiores de 1mM, algo que es inalcanzable in vivo a través de su ingesta oral”.
Además hay una multitud de ensayos clínicos que nos muestran que la sucralosa no expresa efectos mutagénicos de ningún tipo, no genera daño en el ADN, ni lo beneficia…
En resumen,
“El peso de la evidencia de los estudios genotóxicos descritos anteriormente muestran que la sucralosa no tiene potencial genotóxico para inducir efectos genéticos o cancerígenos en humanos”
(Magnuson, Roberts y Nestmann, 2017).
Sucralosa y diabetes
Los procesos fisiológicos que regulan el metabolismo de la glucosa son bastante complejos, existen una gran cantidad de proteínas endocrinas que poseen potencial señalizador y regulador; y que nos equilibran todo el organismo.
Al cuerpo “no se le engaña tan fácilmente”.
Figura VI. Curva de concentración en dos horas de las incretinas GLP-1 y GIP, durante un OGTT tras el consumo de agua carbonatada con 68mg de sucralosa y 41mg de acesulfamo potásico (rombo morado), y otros experimentos; en comparación con agua carbonatada (círculo azul). Sylvetsky et al., (2016).
Y por supuesto, las concentraciones de glucosa en la sangre, insulina, y péptido C (un marcador de la secreción de insulina) se mantuvieron constantes, sin sufrir alteraciones.
Figura VII. Curva de concentración en dos horas de la glucosa, la insulina y el péptido C, durante un OGTT, tras el consumo de agua carbonatada con 68mg de sucralosa y 41mg de acesulfamo potásico (rombo morado), y otros experimentos; en comparación con agua carbonatada (círculo azul). Sylvetsky et al., (2016).
“El consumo de altas dosis de sucralosa no tuvo efectos significativos en el área bajo la curva de la glucosa y el péptido C, medido en las siguientes 4 horas; comparado con el placebo”
Mezitis et al., 1996
Sucralosa y microbiota
La sucralosa altera la microbiota sí…
¿Ya? ¿Así de directo? Sí.
Dormir 30 minutos más, comer arroz, restringir un alimento y reintroducirlo, hacer ejercicio físico y no hacerlo, comer más o menos cantidad de verduras, de frutas, consumir más o menos variedad de alimentos, usar o no probióticos, el lugar de residencia, el consumo de alcohol, la frecuencia de consumo de productos lácteos, el lugar de recolección de la muestra (en emplazamiento y en colección corporal), la latitud y la longitud de posicionamiento en el mapa, el historial de uso de antibióticos, la frecuencia de tránsito…
¿Y sabéis qué?
Tenemos TAN poca idea de la microbiota intestinal que sabemos la magnitud de ciertos factores, de otros muchos miles no.
Pero es que aunque sepamos la magnitud de los factores, sabemos cuánto cambio produce, pero no si este es bueno o malo; de hecho es híbrido; hay cambios positivos y cambios negativos con todo lo que hacemos en la vida, literalmente; lo que pasa que el resultado neto será bueno o malo.
¿Y bien?… Pues nada, ni idea tenemos…
Figura VIII. Tamaños del efecto cualitativo con sistema UniFrac (McDonald et al., 2018).
Pero vamos, en el estudio “The Gut Project” que tiene más de 10000 científicos investigando por todo el mundo la microbiota intestinal, en diferentes poblaciones; analizando la magnitud de los cambios y su influencia…
El uso de edulcorantes, ni aparece reflejado.
Por lo que es ridículo preocuparse de los efectos sobre la microbiota de los edulcorantes si consumimos menos de 30 variedades de verduras a la semana; que sabemos que sí tiene una gran significación (suponemos que positiva). Para algo que sabemos…
Figura IX. Evaluación de la diversidad filogenética, y el tamaño del efecto cuantitativo y cualitativo del consumo de más de 30 tipos de plantas a la semana y menos de 10. (McDonald et al., 2018).
La microbiota intestinal es cambiante y dinámica, continuamente.
Si, por ejemplo, eliminas un alimento de tu dieta, tu microbiota cambia; si introduces otro, cambia; si estás estresado, cambia… Es imposible, por ahora, saber algo a ciencia cierta de la microbiota. Sabemos 4 cosas contadas.
Suzanne Devkota es una doctora en ciencias biomédicas especializada en el estudio de la influencia de la dieta en la microbiota intestinal, y hace unos meses subió una publicación muy interesante a su Instagram que me gustaría compartirla con vosotros, para que se os vaya yendo la idea generalizada que existe de la microbiota…
- ¿Veis este círculo? La figura es el genoma de una bacteria que ha sido aislada de unos pacientes con enfermedad de Crohn;
- ¿Veis cada anillo que compone el círculo? Representa cada bacteria individual que se ha aislado de los pacientes, bien, 10 “subtipos” de bacteria porque hay 10 anillos.
- ¿Veis cada pequeña rayita del círculo? Representa un gen diferente de la bacteria…
Conclusiones
La sucralosa es:
- Un edulcorante acalórico;
- Con un amplio margen de seguridad por su consumo oral;
- Una biodisponibilidad reducida, que se elimina casi completamente igual que entra;
- No altera la glucosa, ni la insulina, ni produce mutaciones, ni toxicidad de ningún tipo, ni altera el hambre.
Y, aunque sí altera la microbiota, no tenemos ni idea de si eso es bueno o malo… Total, «Todo altera la microbiota…»
Fuentes Bibliográficas
- Berry, C., Brusick, D., Cohen, S. M., Hardisty, J. F., Grotz, V. L., & Williams, G. M. (2016). Sucralose Non-Carcinogenicity: A Review of the Scientific and Regulatory Rationale. Nutrition and Cancer, 68(8), 1247–1261.
- Brown, A. W., Bohan Brown, M. M., Onken, K. L., & Beitz, D. C. (2011). Short-term consumption of sucralose, a nonnutritive sweetener, is similar to water with regard to select markers of hunger signaling and short-term glucose homeostasis in women. Nutrition Research (New York, N.Y.), 31(12), 882–888.
- Magnuson, B. A., Roberts, A., & Nestmann, E. R. (2017). Critical review of the current literature on the safety of sucralose. Food and Chemical Toxicology: An International Journal Published for the British Industrial Biological Research Association, 106(Pt A), 324–355.
- McDonald, D., Hyde, E., Debelius, J. W., Morton, J. T., Gonzalez, A., Ackermann, G., … Knight, R. (2018). American Gut: an Open Platform for Citizen Science Microbiome Research. MSystems, 3(3).
- Mezitis, N., Maggio, C. A., Koch, P., Quddoos, A., Allison, D., & Pi-Sunyer, X. (1996). Glycemic Effect of a Single High Oral Dose of the Novel Sweetener Sucralose in Patients With Diabetes. Diabetes Care, 19, 1004–1005.
- Rodrigues, J. B., Paixao, J. A., Cruz, A. G., & Bolini, H. M. A. (2015). Chocolate Milk with Chia Oil: Ideal Sweetness, Sweeteners Equivalence, and Dynamic Sensory Evaluation Using a Time-Intensity Methodology. Journal of Food Science, 80(12), S2944-9.
- Ruiz-Ojeda, F. J., Plaza-Diaz, J., Saez-Lara, M. J., & Gil, A. (2019). Effects of Sweeteners on the Gut Microbiota: A Review of Experimental Studies and Clinical Trials. Advances in Nutrition (Bethesda, Md.), 10(suppl_1), S31–S48.
- Schiffman, S. S., & Abou-Donia, M. B. (2012, August). Sucralose revisited: rebuttal of two papers about Splenda safety. Regulatory Toxicology and Pharmacology: RTP, Vol. 63, pp. 505–513.
- Sylvetsky, A. C., Brown, R. J., Blau, J. E., Walter, M., & Rother, K. I. (2016). Hormonal responses to non-nutritive sweeteners in water and diet soda. Nutrition & Metabolism, 13, 71.
- Temizkan, S., Deyneli, O., Yasar, M., Arpa, M., Gunes, M., Yazici, D., … Yavuz, D. G. (2015). Sucralose enhances GLP-1 release and lowers blood glucose in the presence of carbohydrate in healthy subjects but not in patients with type 2 diabetes. European Journal of Clinical Nutrition, 69(2), 162–166. https://doi.org/10.1038/ejcn.2014.208
- Van Eyk, A. D. (2015). The effect of five artificial sweeteners on Caco-2, HT-29 and HEK-293 cells. Drug and Chemical Toxicology, 38(3), 318–327.
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